Balzac decía que “Resignarse es un suicidio cotidiano”. Yo
me atrevería a decir que resignarse siempre es la opción más fácil, aceptar
las cosas conforme te vienen dadas y conformarte.
Tenemos la necesidad de dejar a un lado la
resignación y empezar a intentar cambiar las cosas.
Y nosotros, ¿Qué podemos hacer?
Ante una situación difícil hay que poner doble de ilusión y
doble de pasión. Cuanto mayor es la dificultad, mayor es la necesidad de intentarlo.
Para intentar cambiar la situación, cada uno desde nuestro
lugar podemos hacer algo. La suma de todos los intentos puede ser un resultado muy
bueno.
El ingrediente que dará la clave del éxito a nuestros
intentos será la ilusión. Cada uno en nuestra rutina, en nuestra vida cotidiana
podemos poner una pizca de ilusión. Así conseguiremos hacer de algo normal, algo extraordinario.
Nuestro trabajo cada día debería ser lograr que nuestra vida sea la mejor de las posibles. De forma que cada noche podamos irnos a la cama pensando que
nuestro día ha sido todo lo bueno que podría haber sido.
Tenemos que hacer cada cosa, por pequeña que sea, como si
fuera lo más importante del mundo. Así, no solo conseguiremos las metas que nos
propongamos, sino que haremos de las pequeñas cosas, pequeños motivos para ser felices. Que incluso estudiar en la biblioteca sea el mejor de los momentos:
Nos pasamos la vida esperando. Esperando que llegue el
viernes, esperando que llegue el verano, esperando que llegue fin de año...
Tenemos que dejar de ESPERAR, y EMPEZAR. El momento adecuado para hacer las
cosas mejor será aquel que tú decidas. Porque nunca será buen momento para
hacer algo que no quieras hacer.
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