¿Te quedas en blanco?
¿Se te seca la boca?
¿Tienes una orquesta sinfónica en el estómago?
Si es así, puedo diagnosticarte Glosofobia. ¡Tranquilo! No tienes que ir a un especialista de digestivo, lo que suena son tus tripas, no tienes ningún problema de salivación, y esa palabra tan rara de origen griego es sólo miedo escénico.
La mala noticia es que si tú lo sufres deberías buscar una solución, y que a lo largo de tu vida tanto profesional como social deberás afrontar numerosas situaciones en las que tendrás que hablar delante de personas. Puede que esas personas sean tus amigos, tus compañeros de clase, tu familia, ó puede que sea tu jefe, tus compañeros de trabajo, tus competidores, posibles inversores a los que tendrás que tratar de convencer, o tus clientes.
La buena noticia es que, a pesar de que la Glasofobia probablemente te acompañará el resto de tu vida, puedes a aprender a vivir con ella, o mejor dicho, a comunicarte con ella. La mayoría de los comunicadores han sufrido alguna vez en su vida pánico a hablar en público. La habilidad para expresarse ante un público es algo que se puede aprender.
Si tienes una exposición mañana y estas buscando una solución rápida, me temo que dicha habilidad no se adquiere en una noche, hace falta mucha práctica. No obstante puedo darte algunos consejos sencillos que podrían ayudarte a salvar los muebles:
1. Busca tu " Roca"
Debes encontrar una postura que te permita estar cómodo durante tu exposición, que permita liberar tus nervios sin delatarte, y que te ayude a parecer confiado a ojos de los demás.
La postura más aconsejable es fijar tus pies al suelo y hacer movimientos naturales con los brazos de forma que con su movimiento puedas liberar la tensión que hay dentro de ti y que necesita salir. Si no sale con el movimiento de tus brazos ni por tus pies, acabará subiendo a tu cabeza, se acelerará tu ritmo y cometerás errores en tu discurso.
2. Práctica tu "Faro"
La forma más natural de dirigirse a un colectivo es dirigir miradas breves a todas las partes del auditorio. Es decir, practica los enfoques de tu mirada mientras hablas.
Si te resulta muy complicado, siempre puedes localizar a alguien del público que puedas asociar a alguien que conoces por similitud o parecido y dirigir a ella tu mirada mientras hablas.
Mucho más recomendable es que selecciones a un pequeño grupo de personas en cada parte del auditorio y que alternes tus miradas dirigiéndolas a ellos.
Pero sobre todo ¡NO MIRES AL SUELO!, ¡NO MIRES AL TECHO!, ¡Y TAMPOCO VALE MIRAR HACIA UNA ESQUINA!
3. Procura vocalizar y presta atención al ritmo. No te aceleres.
Estos consejos no te serán de mucha ayuda si tu mensaje no tiene una buena estructura, si tu vocabulario es pobre y poco cuidado,y, en ningún caso, si no sabes qué vas a decir. Repasa el contenido de tu discurso y ensayalo un mínimo de cinco veces.
Aprovecha cada oportunidad que tengas para expresarte en público.
Recuerda que si tienes que hablar en público es porque tienes algo que decir, y si hay personas que van a escucharte será porque tienen interés en lo que vas a contar.
Recuerda que si tienes que hablar en público es porque tienes algo que decir, y si hay personas que van a escucharte será porque tienen interés en lo que vas a contar.
Suerte ¡Y al toro!
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